De la mano y la pluma de mi buen amigo Moisés Garrido conocí un tema muy interesante, con casuística destacable en nuestra provincia. Es sin duda uno de los fenómenos ufológicos más controvertido y más polémico, aunque algunos investigadores prefieren encuadrarlo en el entramado místico, más que en el campo de la ufología. Me estoy refiriendo a los llamados visitantes de dormitorio, un fenómeno que parece guardar mucha relación con los íncubos y súcubos medievales, con las apariciones de espíritus en los siglos XIX y XX y con otros relatos de manifestaciones en las alcobas. En opinión de Garrido, las influencias pro-alienígenas de ciertas obras literarias norteamericanas han derivado esta casuística hacia el entramado ufológico en el que se ubica actualmente, aunque esa interpretación se debe también en parte a una serie de avistamientos ovni asociados a ciertos casos.
En breves palabras, los sucesos de visitantes de dormitorio o de apariciones de alcoba consisten en la presencia de entidades de aspecto antropomorfo, semitransparentes en algunos casos, y rodeadas de una intensa luminosidad. A veces, tales aparecidos traen intenciones manipulatorias. En general, esas presencias suelen acontecer cuando el observador está en su cama, casi a punto de dormirse o pocos instantes después de despertar. Excluyendo los casos patológicos, la gran incógnita que plantean estos hechos es si existe realmente una entidad externa al individuo o la explicación se halla realmente en su mente. No podemos olvidar que los momentos crepusculares son proclives a la apreciación como reales de algunas visiones oníricas (las llamadas alucinaciones hipnagógicas e hipnopómbicas) y que los momentos de relajación como estos son adecuados para que se produzcan estados alterados de conciencia, en los que podrían originarse percepciones extrasensoriales.
En cuanto a casuística onubense, Moisés Garrido ha recogido varias historias protagonizadas por vecinos de Huelva capital, de las que abordaremos algunas a continuación. En ellas se descarta el origen patológico, pero quedan abiertas otras puertas a su explicación racional, como detallaremos al final.
Comenzaremos por la historia de Julia G., que es una ama de casa aparentemente normal, nacida en 1.961. En 1.969, cuando contaba con ocho años de edad, tuvo su primera experiencia, escuchando voces cuando se levantaba de la cama. Era una voz de mujer que la llamaba por su nombre, pero ella se tapaba la cabeza hasta que se dormía. Una de aquellas noches llegó a ver una figura blanca, algo como una nube que iba convirtiéndose en persona: una mujer morena, con túnica, sonriente y silenciosa. Cuando Julia se tapó la cabeza oyó los pasos de la figura acercándose a la cama. Tras apreciar un ligero roce, notó que la aparición desaparecía. Allí comenzó una historia de fenómenos protagonizados por Julia, entre los que podemos citar psicografías, viajes astrales, premoniciones, contactos telepáticos, avistamientos de ovnis y un largo etcétera.
Su marido ha compartido alguna vez sus experiencias, como una vivida en 1.987, en la que el hombre oyó ruidos y pensó que eran ladrones. Al incorporarse vio una especie de ojo enorme que se precipitaba sobre él. Entonces alertó a su mujer y Julia vio en la habitación un nutrido grupo de seres blancos, luminosos, idénticos entre ellos y sin brazos ni rasgos faciales. Una mujer cantaba y los demás hacían música con sus voces. Ella se asustó y comenzó a rezar y los seres desaparecieron de inmediato a través de la pared. También su hija ha protagonizado algunos hechos significativos. En 1.988, contado la misma edad que Julia cuando vivió su primera experiencia, vio ante su cama a un ser alto, moreno, con una túnica blanca y un crucifijo; poco tiempo después observó a otro ser, esta vez rubio, con pelo largo y ojos rasgados.
A raíz de su experiencia, Julia G. ha enfocado su vida desde una perspectiva más trascendente y espiritual. Durante una de las entrevistas que tuvieron le comunicó a Garrido que el fenómeno la había ayudado a comprender que existen otras dimensiones, quién es realmente Dios, que la muerte no existe tal y como la entendemos...
La historia de Hermelinda Humanes, nacida en 1.954, comenzó cuando contaba con diez años. Afirma que por aquel entonces se murió un tío suyo y se le apareció poco después. Eso marcó el punto de inicio de una serie de fenómenos de ruidos, golpes y sombras, siempre mientras estaba acostada, llegando incluso a flotar en el aire y percibir caras en cuanto cerraba los ojos. La protagonista sufre en ocasiones visiones de tipo apocalíptico y recibe por medios psicográficos poemas -según ella- revelados por entidades espirituales elevadas. Humanes cree que la estaban sometiendo a un duro entrenamiento con el fin de que pueda ejercer la curación.
Hermelinda afirma ante Garrido que sus visitantes (a los que no duda en definir como extraterrestres) la llevaron al interior de un ovni, a finales de 1.989, tras haber tenido una visón en la que percibía dos soles, uno de los cuales era en realidad -según ella- una nave. Esa supuesta estancia en el ovni fue descrita de forma muy similar a las narraciones que ofrecen algunos protagonistas de abducciones, aunque Humanes afirma que tras la experiencia se sintió regenerada, como nueva. Al parecer, en los días siguientes se notó una marca en la nuca, como dos granitos que se encogían y sonaban.
Moisés Garrido conoció a Margarita Lopetegui, nacida en 1.932, por ser esta una profesional del sector librero. En cierta ocasión, la mujer anunció al investigador que había protagonizado una larga serie de vivencias de contactos, avistamientos y experiencias extracorpóreas. Todo comenzó -según narró a Garrido, cuando una noche se despertó y vio a su padre, que murió siendo ella muy niña, a los pies de la cama. Incluso si cerraba los ojos seguía viéndolo. La habitación se iluminaba por la luz que emitían los ojos del padre. Ella temblaba, aunque no sentía miedo. El aparecido se comunicaba con ella en un perfecto castellano y la ayudó a comprender los mensajes que transmiten las imágenes de los sueños.
Cuando Margarita contaba una edad de cuarenta y cinco años, allá por 1.978, comenzó a contactar telepáticamente con un ser extraterrestre llamado Luz del Alba, quien le aportaba información sobre Adán y Eva, la rebelión de Lucifer, etc. Habla también esta mujer de que en sueños ha viajado hasta una nave extraterrena, en la que un ser vestido de blanco, al que no veía la cara, le daba instrucciones. A diferencia de otros casos, a Margarita su experiencia le ha acarreado serios problemas personales, especialmente de tipo conyugal.
Vicente falleció al poco tiempo de que Moisés investigara su caso. Hasta ese momento, sólo había narrado esas experiencias a sus familiares, por lo que al principio le costó sincerarse con mi compañero. Decía percibir un par de extraños pitidos en la nuca que lo avisaban de la llegada de los seres que lo visitaban en su dormitorio. A continuación comenzaba una serie de sacudidas frenéticas que lo alteraban considerablemente. Él creía que los supuestos seres experimentaban con su cuerpo, entre otras razones porque a veces oía voces que le ordenaban qué hacer, dónde o cómo situarse... También creía que los seres convivían en su domicilio. En su entorno familiar, un sobrino suyo también ha protagonizado avistamientos y presencias de sombras durante la noche.
Estos son los testimonios estudiados por Moisés Garrido. En todos ellos -a juicio del investigador- subyace un estado anímico caracterizado por la presencia de ciertas carencias, como crisis afectivas, soledad interior, sentimiento de incomprensión, falta de autoestima, etc. y de tendencia a trascendentalizar sus encuentros. En algunos casos, como el de Julia y el de Hermelinda, Garrido ha detectado un cierto desarrollo de la capacidad de percepción extrasensorial, a la vez que en ciertas ocasiones se ha topado con descripciones de seres que encajan plenamente en figuras simbólicas y arquetipos. Tanta complejidad en el fenómeno nos impide de momento establecer una explicación tajante y definitiva para estas extrañas visitas.
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