Recientemente, el Flamenco ha sido declarado por la UNESCO Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Por numerosas razones, en palabras de José Antonio Griñán, por fomentar “la multiculturalidad, la tolerancia, la transmisión generacional el reconocimiento a la tradición y el respeto a las minorías”. Aparte de todas esas cualidades del flamenco, existen ciertas componentes mágicas y mistéricas que hacen de esta música mucho más que eso. Los orígenes del flamenco son inciertos, pero sus raíces se hunden claramente en los terrenos de las canciones judías, las coplas árabes, las zambras arábigo-andaluzas, los romances y jarchas mozárabes y -por supuesto- el sustrato gitano, enorme y misterioso como todo lo relacionado con esa etnia. Según Isabel de Armas, el vocablo flamenco “surge como castellanización de dos voces árabes que significan forajido, tránsfuga, hombre huido por los campos”. El cante jondo junta el consuelo y el desconsuelo, aflora la queja de un pueblo subyugado, su lamento y su desesperación. Y todo ello en consonancia con el territorio subyacente. Como dice Ricardo Molina, “el imperio telúrico se revela en el cante como fenómeno de arraigo”.Para muchos, el flamenco es -como el yoga- un camino de perfeccionamiento interior cuya meta es la fusión con la divinidad. En ese sentido, el propio Molina afirma que “La acción del ritmo en el arte flamenco es decisiva. Por él se funde a las profundidades entrañables de la vida interior (física y mental)”. Más adelante analizaremos algunos aspectos que parecen corroborar lo dicho anteriormente, ahora nos centraremos en los elementos más relacionados con nuestra geografía. Claro que, hablando de flamenco en la provincia de Huelva, tenemos que mirar con detenimiento el caso del fandango, un palo ligado indiscutiblemente a nuestro territorio. Haremos pues un repaso de la presencia del fandango a lo largo y ancho de la geografía onubense, con especial atención a aquellas poblaciones en las que este palo adquiere nombre propio y se define como un estilo local. No olvidaremos citar algunos cantaores de renombre: de ayer, de hoy y futuras promesas. Y algunos guitarristas, que tanto aportan al fandango aunque se les vea a menudo en segundo plano, tras los cantaores. A la hora de ahondar en el mundo del fandango, no indagaremos en su incierto origen (tal vez portugués, tal vez astur-leonés) ni en su distribución geográfica casi universal. Fandangos hay muchos, pero sólo un puñado de ellos están relacionados con nuestra tierra. Al parecer existen cantos homónimos, pero que nada tienen que ver desde el punto de vista “genealógico” con lo que conocemos en la actualidad por fandangos de la provincia de Huelva, por lo que no los comentaremos aquí. Emparentadas o no con nuestros fandangos, tampoco tienen interés en el presente trabajo las composiciones conocidas con ese nombre por toda la geografía nacional, incluidas otras provincias andaluzas, aun cuando guarden cierta relación, como ciertos cantes malagueños derivados del fandango de Encinasola. Por razones obvias, sólo nos interesan los fandangos que se dan en nuestra provincia, que según Romero Jara, “es uno de los lugares en donde más ha arraigado el fandango”. Hay fandangos que son bailables y otros que no. Pero no haremos especial hincapié en lo referente al baile, porque ya se abordó detenidamente en el artículo que hemos dedicado a las danzas provinciales. De los contenidos de las letras sólo diremos que abordan una temática ilimitada. Como dice Romero Jara, “un cante tan universal y tan extendido no podía por menos de tocar todos los argumentos posibles”. Desde sentimientos humanos hasta escenas de la naturaleza, desde yugos laborales hasta elementos geográficos, desde la muerte hasta lo festivo... Hay quien afirma, con escaso rigor, que cada pueblo de Huelva posee un estilo de fandango. Obviamente, esa aseveración es falsa, no hay fandango propio en Puerto Moral, ni en Fuenteheridos, ni en Valdelarco... En realidad, son muchos más los pueblos que no poseen su estilo local que los que sí. Según el propio Romero Jara, en los estudios que se han realizado sobre el fandango han venido apareciendo listados de pueblos de Huelva que tienen estilo propio. Tales listados contienen errores de bulto que han sido repetidos constantemente sin realizar una revisión crítica que hubiera permitido su corrección. Cita Romero como localidades a las que erróneamente se les ha adjudicado un estilo de fandango a: Almonte, El Almendro, Villanueva de los Castillejos, Puebla de Guzmán, Cumbres (supongo que se refiere a Cumbres Mayores, aunque tal vez el término englobe también a Cumbres de Enmedio y Cumbres de San Bartolomé), Cortegana, Aroche, Galaroza, Sanlúcar de Guadiana, Ayamonte, Punta Umbría, Paymogo, Valdelamusa y Tharssis, entre otras. Se justifican tales errores por diversos motivos. El caso de El Almendro y Villanueva de los Castillejos está motivado por la confusión con el cante acuñado por Enrique Ortega Monje “el Almendro”. También, el fandango de Paymogo no es un estilo local, sino uno personal de El Moreno de Paymogo (José Mª Martín Infante), aunque otros autores apuesten por una identidad local, de la que El Moreno habría creado su estilo propio. En otras ocasiones, los errores se deben a invenciones o deformaciones efectuadas por cantaores poco acertados o mal documentados. Otro ejemplo de error viene de la inclusión de un fandango en el pasodoble dedicado a una localidad, como Aroche o Nerva, lo cual no implica que ese fandango sea del estilo local, inexistente en realidad. Para Romero, el fandango de San Bartolomé de la Torre también responde a un error. Sin embargo, otros estudiosos apuestan decididamente por su autenticidad, como los autores del coleccionable “De Huelva y su fandango”, editado por el periódico Huelva Información. Estos reconocen que existe cierta polémica a la hora de determinar si este canto es realmente un fandango o una tonadilla. También infieren la posibilidad de que este fandango haya servido de introducción ligera para un estilo de más enjundia, como el fandango cané del Alosno. Pese a la generalización de la expresión “fandango de Huelva”, en Huelva capital no existe un estilo local de fandango, aunque encontramos, eso sí, un buen número de estilos personales. El sustrato musical de Huelva se debe, según Moreno Jara, a “las aportaciones que los vecinos de los distintos pueblos le han ido dando” por la vía de la emigración desde mediados del siglo XIX, tras hacerse con la capitalidad provincial, habiendo sido hasta entonces una pequeña villa de pescadores. Por tal motivo, no vamos a detenernos en los fandangos de la capital. Sí lo haremos en Almonaster la Real, Alosno, Cabezas Rubias, Calañas, El Cerro de Andévalo, Encinasola, Minas de Riotinto, Santa Bárbara de Casas, Valverde del Camino y Zalamea la Real, que son -a juicio del propio Manuel Romero- las poblaciones que poseen fandangos propios. En la comarca de la Sierra nos encontramos con Encinasola y Almonaster la Real, cuyos fandangos son cantados en grupo y bailables. Los cantes marochos son ejecutados por el grupo local de danza. Son cuatro fandangos con estribillos que se cantan siempre en el mismo orden. En Almonaster y sus aldeas hay varios tipos de fandangos, interpretados en gran parte por grupos de mujeres. Los de las cruces y el de los pinos están ligados a la celebración de las Cruces de Mayo, tanto en el propio Almonaster como en las aldeas de Aguaría y Las Veredas. El aldeano y los de Santa Eulalia son bailables. Los segundos, como su nombre indica, se entonan en la romería de Santa Eulalia y son los más conocidos fuera de Almonaster. El fandango aldeano es originario de las pedanías de La Escalada y Calabazares. Hay quien opina que los municipios actuales que antaño fueron territorios pertenecientes a Almonaster (Jabugo y Santa Ana la Real) debieron tener en su tiempo fandangos aldeanos propios, que debieron perderse tras sus respectivas emancipaciones, pero es -de momento- pura hipótesis. Existe un fandango ligado a Santa Bárbara de Casa, aunque -según Romero, en contra de otras opiniones- no es autóctono de allí. Al parecer, fue creado en 1.946 por “Canalejas”, de Puerto Real, como deferencia a una doncella suya originaria de Santa Bárbara, que se encargó de darlo a conocer en la localidad, donde se canta desde entonces. En cuanto al fandango de Cabezas Rubias, también está rodeado de una cierta incertidumbre, de hecho, gran parte de la población creía que tal toná era originaria de la vecina Santa Bárbara, hasta que la Peña Flamenca de Huelva los grabó en 1.978 bajo el nombre de fandangos de Cabezas Rubias. Por su parte, el fandango de El Cerro de Andévalo no presenta ninguna duda sobre su raigambre. Se canta desde muy antiguo, principalmente, en las fiestas de San Benito Abad. Existe una variante, que El Cabrero denomina de los Montes de San Benito, la pedanía cerreña próxima al santuario, pero que en realidad no tiene estilo propio de fandango. De Valverde del Camino comenta Romero que tiene un solo estilo de fandango, aunque haya quien afirme que son tres. Al parecer, en algún sitio se ha nombrado dos estilos locales distintos: el de Pichardo y el de El Gatillo, que, según él, son iguales, salvo que el segundo añade un par de !ay¡. También habla de un tercer fandango, menos valiente, que los propios valverdeños repudian. Se ha adjudicado también a Valverde otro fandango, apodado como al estilo de Gorito. Según Romero, en realidad se trata de un fandango original de Minas de Riotinto, aunque parece corresponder a un estilo personal local. Existe en esa población otro estilo de fandango, creado en la segunda década del siglo XX por Juan Serrano, uno de los componentes de entonces de “La Esquila”. Este estilo fue recuperado por la Coral Minera, usando una letra escrita por el querido y añorado poeta de Campofrío, Juan Delgado. Muchos autores afirman que en Calañas hay dos estilos diferentes, que llaman el tradicional y el viejo. Según Romero, sólo hay uno, el auténtico, que nos ha llegado gracias a unas reconstrucciones realizadas por cantaores locales y con el tiempo se vieron corroboradas por una presunta partitura, hoy desaparecida. Del segundo, afirma que en realidad es una variante personal creada por Gonzalo Clavero, sin más. Por otra parte, en Zalamea la Real, Ricardo Gómez Ruiz dio a conocer, en un estudio histórico y antropológico sobre la localidad, varias partituras de fandangos correspondientes a los siglos XIX y XX. El más reciente es el que se canta y baila en la actualidad. Aunque al bailarlo no se canta, sólo se interpreta instrumentalmente, y al cantarlo, no se baila. Y Alosno, por supuesto. Alosno es caso aparte. Para muchísimos aficionados, esta localidad es la cuna del fandango. Son numerosos los estilos que existen en Alosno, porque en esa población el fandango ha crecido, ha evolucionado y se ha diversificado. Hay fandangos personales (creados o conservados por una persona, de la que toman el nombre); populares, como el cané y el valiente (de los que no se conoce el autor); y el fandango “parao”, que es el que se baila el día de San Juan, como se comentó en el capítulo dedicado a las danzas onubenses. Podríamos extendernos considerablemente a analizar la realidad del fandango en Alosno, pero no aportaríamos mucho al presente trabajo, por lo que dejaremos tal tarea a los flamencólogos. Sólo definiremos el fandango valiente, porque guarda mucha relación con los dos rasgos mágicos que vamos a detallar en párrafos siguientes. Ese fandango es una demostración de energía, que debe mostrarse desde el inicio hasta el final. Fuerza, poderío y entrega... Hemos hablado de localidades y ahora llega el momento de hablar de cantaores, pero antes de entrar en particularidades vamos a comentar algunos rasgos mágicos de la interpretación del flamenco en general y del fandango en particular. Ahondaremos en algunos de los aspectos mágicos que envuelven al fandango. Los mantras son palabras o frases que se repiten para que influyan en la mente y permitan el acceso a estados extraordinarios de conciencia. Sintoniza con las vibraciones personales. El significado no importa, lo que importa es que cree cambios en el estado de conciencia. Abre las puertas de una nueva forma de percepción y evita la dispersión mental de quien lo entona, a la vez que lo incorpora al ámbito de lo eterno. Aunque se da principalmente en el yoga y otras prácticas orientales, hay fenómenos parecidos en otras corrientes, como la recitación durante horas del nombre de Alá en el Islam o el canto gregoriano y el rezo del rosario en el cristianismo, además de los eslóganes publicitarios y los juegos de voz de los rockeros en sus conciertos. En el fandango (y en el flamenco en general) se da algo parecido cuando el cantaor emite unos sonidos guturales, onomatopeyas, quejidos o ciertas palabras bajo los acordes de la guitarra, antes de entonar el fandango. Se conoce como “ayeo” y el poeta Luis Rosales lo define como “sólo expresión pura”. Se hace para “coger” el tono, pero en parte ayuda al artista a acercarse a ese estado de trance en el que entra al cantar. Por otra parte, algo similar ocurre con los gestos que los cantaores hacen con las manos durante la entonación de los fandangos y de otros palos del flamenco. Según el budismo y el hinduismo, con la mano se pueden ejecutar todos los símbolos sagrados mediante gestos llamados mudras. Estos son la auténtica expresión de la actitud y evolución espiritual de quien los ejecuta y aportan el sentido externo de un significado interior. Parecen obedecer a patrones arquetípicos comunes a numerosas culturas. Según Manuel Figueroa, evidencian una liturgia y “plasman arquetipos que provocan una reacción subjetiva en el espíritu del que los realiza”. Es muy importante si se realiza con la derecha o la izquierda, pues la diestra corresponde a la acción y la zurda a la sabiduría. Así, algunos cantaores realizan gestos con sus manos inequívocamente personales, que los hacen reconocibles, como elevar las palmas, cerrar los puños, separar los pulgares del resto de dedos, avanzar los dedos índice y otros muchos por el estilo. Para analizar las figuras del fandango necesitaríamos editar toda una enciclopedia. Por eso, nos vamos a limitar a citar algunos de los principales nombres de todos los tiempos, aun a sabiendas de las flagrantes omisiones que vamos a cometer, pidiendo que me perdonen los no citados. Si miramos al pasado, entre los cantaores antiguos destacamos a Antonio Rengel, Paco Isidro y Herrerito, todos ellos de Huelva; José Rebollo y el Pilili, de Moguer; Joaquín Vera y Francisco Monge, de Chucena; Niño León, de Bollullos Par del Condado; Pepe el de la Nora, de San Juan del Puerto; Rojita, de Isla Cristina; Eufrasio Domínguez Millán, de La Palma del Condado; y el inolvidable Paco Toronjo, de Alosno. En el panorama actual, citaré en primer lugar, aunque no esté ya en activo, a Perlita de Huelva. También son destacables los onubenses Paco Cerrejón, Arcángel o Jesús Corbacho, que tiene sus raíces en el municipio serrano de Los Marines; así como Eduardo H. Garrocho, de Palos de la Frontera, Regina, de Rociana del Condado, y Santiago Cruz, de Villanueva de los Castillejos. Podemos, incluso, mirar al futuro porque disponemos de jóvenes promesas, como Pilar Bogado, de Moguer; Noelia Romero, de Almonte; Tania Cumbreras, de Palos de la Frontera; Cheíto, de Lepe; o Cristi Coronel, de Bonares, entre otros. A la labor individual de cantaores y cantaoras hay que añadir el trabajo de las Peñas Flamencas, tanto masculinas como femeninas. Son abundantes en nuestra provincia y se agrupan en su mayoría en la Federación Onubense de Peñas Flamencas “el Fandango”. He querido realizar una lista de las Peñas existentes en la provincia, pero me ha resultado difícil, ya que los listados que aparecen en internet suelen ser incompletos (por ejemplo, www.affedis.com y www.deflamenco.com). Por eso, he tenido que indagar por mi cuenta para elaborar esta enumeración. Las peñas más conocidas son las de Huelva, donde hay varias: la “masculina”, la “femenina”, la Orden, Colonias, el Higueral, la Ribera y la Soleá. En la Sierra hay peña en Aracena y en la Cuenca Minera, en Nerva. En el Condado de Niebla, contamos con peñas en Paterna del Campo, La Palma del Condado y Bollullos Par del Condado. En el resto de la provincia encontramos peñas en Hinojos, Almonte, Palos de la Frontera, Moguer, Punta Umbría, Aljaraque, Cartaya, Lepe, Isla Cristina, Ayamonte, Villanueva de los Castillejos, Gibraleón, San Juan del Puerto, Trigueros, Beas, Valverde del Camino y Calañas. Espero que no se haya quedado ninguna fuera. A título anecdótico, citaré que en Chucena, los niños del colegio celebraron en 2.011 el Día de Andalucía “montando” literalmente una peña flamenca infantil, que actuó ante el Presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán. Igual que cantaores, los guitarristas onubenses que tocan fandango abundan en número y en diversidad geográfica. Citaré algunos de esos artistas de hoy, de ayer y de siempre, aún sabiendo que dejo en el tintero a muchos muy valiosos. Para no realizar una enumeración muy extensa, aquí dejo un puñado de nombres: Manuel Gómez Vélez (Minas de Riotinto), José María Rodríguez (Lepe), Silvestre Morón (Alosno), Juan Carlos Romero (Huelva), Francisco Cruzado (Huelva), José Luis Rodríguez (Huelva, que ha sido Premio Nacional de Guitarra Flamenca) y Carmelo Picón (Mazagón). No están, obviamente, todos los que son, pero sí son todos los que están. Pido disculpas a los tocaores omitidos.
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buscamos las letras del fandangos que cante el coro flamenco calle real....el titulos en la video aparece fandango de almonester-calanas viejo- encinasola-cabezas rubias-calanas tradicional ne sabe es los titulos me gusta mucho gracias por la ayuda mail benet.alain34@orange.fr
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